En la reciente feria Expoempleo, organizada por la Revista EKA, tuve la oportunidad de conversar con los encargados de los departamentos de recursos humanos de varias de las empresas expositoras. Me llamó la atención el hecho de que, independientemente del área de trabajo, todos buscaban personas con actitud positiva.
Aunque de entrada parece una característica sacada de un anuncio de clasificados, suele ser la queja más recurrente entre los seleccionadores, quienes aseguran que sus empresas tienen amplios programas de capacitación para los empleados, en donde se desarrollan las habilidades técnicas propias de cada puesto, pero en cuanto a la actitud no se ha encontrado la fórmula para enseñar a nadie cómo ser positivo.
Si bien la actitud es un tema muy personal, en donde influye forma de ser, valores familiares, socialización, e historia personal, me queda la duda si es posible lograr o no cambiar la actitud en los empleados.
Me gustaría pensar que los departamentos de recursos humanos, que tanto se preocupan por buscar personas con buena actitud, también enfocan sus esfuerzos en desarrollar métodos para mantener y cultivar esa anhelada actitud.
Incentivos como la capacitación constante, flexibilidad de horarios, compensaciones acordes con su labor, son detalles importantes de valorar si se están ofreciendo o si sólo se priorizan las necesidades de la empresa.
En hoteles y restaurantes, donde cada vez que se contrata a un empleado se invierte tiempo y dinero en su capacitación, es fundamental buscar
alternativas para incentivar a los colaboradores, porque el orgullo de pertenecer a una empresa no nace de manera espontánea, sino que es una semilla que debe sembrarse y cultivarse.