Los distribuidores de vinos se quejan de que el precio al que se vende esta bebida es muy caro, y algunos restauranteros lo aceptan, sin embargo dicen tener razones para hacerlo.
Para Gabriel Quirós, Gerente de Ventas de Distribuidora Isleña, no hay motivo para que ahora los precios de las botellas y copas de vino en los restaurantes y bares sean tan caros. Asegura que antes se justificaba porque había que comprar grandes cantidades y almacenarlas, lo que generaba que hubiera que tener un sobre precio del 200% al 300%.
Pero como ahora el vino se puede comprar por unidades o cajas, ya sea por semana, quincena o mes, entre otros, ya no hay que tener dinero invertido en botellas almacenadas.
Sin embargo, Pietro Poma, Gerente General de Alpiste asegura que vender los vinos a precios altos es una costumbre mundial, además considera que los impuestos del vino en Costa Rica son muy altos, lo cual hace que los precios de venta sean menos accesibles para el público
Aunque, Poma considera que si esta bebida se vendiera más barata, habría mayor rotación y la gente lo consumiría más.
Para Benjamín Piza, Propietario del nuevo restaurante Bokaos, lo importante es ofrecer un buen vino de la casa sabroso y de buena calidad, pues éste tiene siempre un menor precio y es una oportunidad para que la gente deguste los alimentos con un buen vino.
Por otro lado, Carlos Quirós, Gerente de Alimentos y bebidas del Restaurante y Bar El Chango considera que los precios de los vinos y demás bebidas son política de cada dueño y acepta que el margen de ganancia ronda el 200% al 300%. Considera que todo depende de la marca y que entre más solicitado es un vino, éste es más barato, por la rotación que tiene. En ese sentido, considera que el precio depende más de la demanda que de la oferta.
Quirós también es conciente de que si se vendiera más barato, habría más rotación del producto.
Otra opinión es la de Oscar Badilla, Jefe General de Saloneros de los 3 restaurantes Pane e Vino, quien considera que el precio del vino tiene mucho que ver con las condiciones del restaurante, pues si un vino se sirve en una mesa con mantel, con cubiertos de plata y en copa de cristal obviamente se debe cobrar más caro, pues los costos de operación del restaurante son mayores y hay más posibilidad de perder más dinero si a un cliente se le quiebra la copa.
Badilla asegura que ellos por ejemplo tienen precios muy accesibles que van desde los ¢4000 hasta los ¢25000, por ser una trattoría, lo cuál hace que el lugar sea más informal en cuanto a mantelería, calidad de las copas y calidad de la bajilla, lo que conlleva a menores costos de operación, pero siempre con una excelente calidad en las comidas y el servicio. Comenta que todo influye a la hora de escoger, pues si un cliente se va a tomar un vino en un restaurante cuyo parqueo es inseguro, prefiere pagar un poco más pero tomarse el vino tranquilo
Lo cierto para los distribuidores es que para que haya mayor rotación de vinos y aumente la cultura de acompañar las comidas con esta bebida, los precios deben bajar. A
