La familia Ruillon llegó al país en los años setenta, cuando don Ricardo por su trabajo viajó a varios países de Centroamérica. Cuenta que al bajarse del avión le impactó tanto el país, su gente y la manera de ser de los ticos que no dudó en llamar de inmediato a su esposa y traerla junto con sus hijos a vivir a aquí. Doña Adela combinó su rutina diaria con sus dos grandes pasiones, la familia y la gastronomía, impartiendo durante mucho tiempo clases de cocina.
La oportunidad de abrir un restaurante surgió cuando su hija Adela les propuso el proyecto. Don Ricardo y doña Adela se involucraron hasta convertirlo en lo que hoy es Bohemia. Sin embargo, desde el principio tenían muy claro que para darle el sabor y textura a la autentica cocina peruana necesitaban de una persona que tuviera el sabor en su boca. Así, la cuchara del chef oriundo de ese país suramericano, Regis Molina, graduado de la prestigiosa escuela Cordon Bleu, se mueve para crear los sabores tradicionales del Perú y de la más alta cocina internacional. Además, para poder ofrecer los platos más autóctonos y propios se importan alrededor de 300 kilos al año de maíz, papa amarilla y pimientos, ingredientes necesarios para dar el sabor, color y textura de su comida. Por su parte doña Adela tiene a su cargo el dulce final. Ella se encarga de preparar los postres en su laboratorio gastronómico, cuidando la elegancia y presencia que imperan en sus creaciones.
Con sello propio
Los Ruillon atienden personalmente el lugar y se esmeran, ya que como ellos mismo comentan en un restaurante se necesita mucha dedicación y empeño. En un breve recorrido por Bohemia, se puede apreciar que el orden y la limpieza llenan todos sus rincones. La bodega donde la materia prima es almacenada y seleccionada con extremo cuidado, permite asegurarse un mejor control.
Pero además de una intensa lista de platillos basándose en verduras, mariscos, carnes, entre otros; Bohemia tiene su propio encanto. La decoración del lugar se la confiaron a uno de sus cuatro hijos, el arquitecto Jaime Ruillon. El objetivo es muy claro, la sencillez y sobriedad dotado con todas las comodidades para los clientes.
La constante preocupación por ofrecer siempre lo mejor hacen que sus propietarios pongan especial cuidado en la satisfacción del comensal. Por esta razón el personal es parte integral del restaurante. Su preocupación por el bienestar del cliente se aprecia en el servicio. Por eso cada comentario o sugerencia es estudiado cuidadosamente para ofrecer cada día lo mejor. Por sus salones pasan personalidades del gobierno, profesionales y empresarios exitosos. Conscientes que el cliente siempre es primero, aprovechan todo momento para satisfacer hasta sus más extraños gustos. Cuentan que uno de sus clientes acostumbra a tomar café expreso con queso parmesano, una extraña combinación, pero a fin de cuenta es el placer del comensal y no dudan en dárselo. A