Kalon Surf es un Hotel estilo «boutique», con un fuerte enfoque en la calidad, el servicio y un ambiente de confort y lujo donde se cuidan todos los detalles en sus seis habitaciones, para recibir a un máximo de 10 huéspedes por semana, los cuales son atendidos por sus propietarios.
Ubicado en Puntarenas, en Altos de Miramar, a tan solo 10 minutos de playa Dominical y 2 horas de la capital, la nueva mansión que albergará a partir de marzo el hotel de lujo, Kalon Surf, se ubica a 400 metros sobre el nivel del mar con una impresionante vista de la costa pacifica, desde Dominical hasta Manuel Antonio.
La propiedad cuenta con 25500 metros cuadrados, donde se conserva bosque primario, hogar de muchas especies de la zona que a diario pueden verse tales como los tucanes, monos cara blanca, pizotes, y congos, entre otros.
Este lugar es vecino de playas con excelentes condiciones para surfeadores de todos los niveles, tales como Hermosa, Dominical y Playa Linda.
Mas que una experiencia de surf
El concepto de este hotel (único en el país) y que recibe visitantes extranjeros amantes del surf y la naturaleza, nació de la pasión de sus dueños: Kjeld Schigt y Silene Vega; quienes dejaron atrás sus carreras profesionales para cumplir la meta de trabajar en su propio negocio, el cual abrieron en el 2011.
Considerando el éxito que han tenido desde entonces, la pareja de esposos hizo el diseño de las nuevas instalaciones de Kalon Surf, que se llevó a cabo tras la experiencia en las locaciones previas, brindando valor a los espacios, que se detectó eran de importancia para los huéspedes, como la privacidad en los balcones de cada habitación con vista a la maravillosa costa pacifica, y las áreas sociales, donde pueden de disfrutar de la compañía de otros y compartir entre amigos.
«Tenemos como resultado una mansión con un estilo Bali que cuenta con una interpretación muy tica, donde elementos cálidos como la madera y muchos ventanales están presentes y la utilización de otros factores, propios de las nuevas tendencias del diseño», explica Silene.
La inversión es aproximada a los $1.4 millones y el nuevo edificio estará abierto en marzo. De acuerdo con ella, «la experiencia de Kalon Surf inicia desde el primer contacto con el cliente, con tiempos de respuesta menores a tres horas, donde se comparten las inquietudes y dudas que se puedan tener.
Una vez confirmada la reservación, ofrecemos un sitio web privado para nuestros clientes donde ellos pueden conocer desde el itinerario para su semana, así como definir sus gustos y preferencias en lo que a comida se refiere y hasta solicitar tratamientos de spa adicionales».
El todo incluido es un paquete de siete noches de estadía en la nueva mansión, con cinco sesiones de surf que duran de 3 a 4 horas, contando con instructores certificados que trabajan en un radio de 3:1 (tres clientes – 1 instructor). Además, incluye sesiones diarias de vídeo análisis donde se repasan los videos y fotos que el camarógrafo del hotel tomó durante la sesión de surf, explicando a los clientes cuales son los puntos donde se debe mejorar y los aciertos de cada clase para su enfoque y mejoras el siguiente día.
Después de tres sesiones de surf, los visitantes tienen un día libre donde se programa para cada uno un masaje relajante de una hora y dos clases de pilates, que se imparten al principio y al fin de la semana, también pueden disfrutar del mar o de la piscina infinita, además de los senderos para caminar debidamente demarcados en la zona.
Por su parte, un chef especializado crea desde su cocina todos los platos que se sirven durante la semana, con productos frescos localmente producidos.
El transporte a disposición de la clientela también es de lujo, y diferente de las propuestas conocidas como «todo incluido» en el país, pues en Kalon los visitantes no deben de preocuparse por nada desde el momento que llegan a los aeropuertos.
Al final de la semana, el visitante recibe un correo con las mejores tomas de sus clases, además de un vídeo con las mejores «olas» del grupo.
El nuevo edificio, que se inaugura a finales de marzo es obra de los arquitectos costarricenses Adolfo Mejía y Carolina Vargas.