Hay quienes tomaron la decisión de convivir con ella, mientras otros asumieron la lucha en su contra, pues la definen como la madre de todos los males de Jacó, incluida la inseguridad. En esta posición se encuentra el hotel Best Western Jacó Beach, que desde hace más de dos años inició una fuerte campaña en contra de la prostitución, que no solo incluye un explícito material gráfico, sino también acciones específicas
del personal de seguridad, que se encarga de mantener a las y los practicantes de este oficio fuera de sus instalaciones.
Como asegura Mario Barrantes, Jefe de Relaciones Públicas del hotel, quien asumió desde el inicio la campaña, se trata de una segmentación de mercado, con muy buenas consecuencias a futuro, aunque de momento se deja de percibir ingresos económicos de manera directa.
Es evidente que el hotel pierde dinero por cada prostituta que no ingresa, pero es una inversión a largo plazo, por un turismo más limpio.
Aunque se trata de una difícil tarea, todos los departamentos del hotel se encuentran coordinados en pro de la campaña. Por ejemplo, la primera etapa le corresponde al personal de recepción, que detecta el perfil del cliente más propenso a este tipo de situaciones. En el momento del chequeo de ingreso, se le advierte al huésped que no permitimos el ingreso de acompañantes al hotel. En algunos casos prefieren irse a buscar otro lugar.
El departamento de seguridad juega un papel protagónico en el seguimiento de los casos, ya que conforman la principal barrera física.
Barrantes comentó que el hotel ha liderado esfuerzos para llevar esta campaña a otros hoteles y restaurantes, además de generar mayor conciencia entre agencias de viajes, para que no promuevan Costa Rica como destino sexual.
A nivel de hotel ya se logró neutralizar el problema, ahora lo que queremos es proyectar esto en la comunidad, no queremos que Jacó se pierda. Sé que a largo plazo vamos a ganar esta batalla.
Guerra
Horacio Quesada, propietario del hotel Balcón del Mar también le ha declarado la guerra abierta a la prostitución.
En la parte económica, Quesada calcula que su hotel deja de percibir alrededor de 10 millones de colones al mes, por no recibir clientes con prostitutas, y pese a ser un hotel pequeño que ha ido creciendo con inversión propia, asegura que prefiere renunciar a este ingreso
a tener que lidiar con todos los problemas que acarrea este tipo de clientela.
Todos los días rechazamos clientes porque nos piden traer prostitutas, las agencias que se encargan de promover este tipo de turismo, saben que en este hotel no tienen espacio. Para algunos, puede que esto sea un mal negocio, me dicen que soy mal hotelero, porque no es ningún secreto que el turismo sexual es un negocio muy lucrativo, pero yo me siento satisfecho porque esta política motiva mucho a los empleados, quienes comparten la misma moral.
Desde el punto de vista de seguridad, Quesada asegura que es otra ventaja que tiene en su hotel al mantener esta política. Es conocido que algunas prostitutas tienen métodos para robarle dinero a sus clientes. Si esto llega a pasar, el huésped puede culpar al personal del hotel, y es exponer al personal a problemas innecesarios.
Realidad
innegable
Cada quien hace lo que quiere. Esto no es un convento, ni yo soy la madre superiora, aseguró un hotelero de Jacó, quién prefirió no ser identificado, ante nuestra pregunta sobre su posición con respecto a la prostitución. Al parecer, esta es una posición bastante generalizada ante una situación nada nueva en la zona. De hecho, la mayoría de sus visitantes son atraídos por la fama internacional que tiene esta playa de ser un destino sexual turístico.
Para este hotelero, el tema de la seguridad va más allá de permitir o no el ingreso de entrar prostitutas a un hotel, él asegura que se trata de una realidad con la que no sólo hay que convivir, sino que saber manejar, de manera que en su hotel se toman ciertas medidas para evitar problemas a los huéspedes que utilizan estos servicios de compañía.
En el hotel se conoce el perfil del huésped que, por lo general, sale en busca de estas damas, son clientes varones, entre 20 y 40 años, que se registran solos. Por lo general, salen después de la cena, y regresan con la acompañante. El personal de recepción está en la obligación de pedir una identificación de la misma, que debe dejarla y antes de salir debe reportarse para retirarla. En ese momento, el recepcionista a cargo, llama a la habitación para asegurarse de que todo está en orden, y le pregunta al cliente si esta persona se puede retirar. Todo como una medida de seguridad para evitarnos cualquier problema.
El asegura que con estas sencillas medidas ha logrado mantener el orden, sin afectar la privacidad de los clientes.
Además, considera que si existe un problema en Jacó es de inseguridad, pero esto es un tema que debe asumir la municipalidad, y el Ministerio de Seguridad, ya que esta situación afecta de manera directa al turismo de la zona. Asegura que en una encuesta que él mismo realizó entre agencias de viajes receptivas, casi un 20% aceptó que había eliminado a Jacó, Manuel Antonio y Tamarindo, de su oferta de viajes por los problemas de inseguridad y drogas existentes en estos destinos.