El huevo es un alimento completo y económicamente muy accesible, por lo que su consumo es beneficioso tanto para el cuerpo como para el bolsillo. Sin embargo, hasta hace poco, la frecuencia con la que este alimento estaba presente en nuestros platos había disminuido considerablemente, esto como consecuencia de las creencias con respecto a su relación con el colesterol.
La "colesterofobia" invadió el mundo en la década de los 70´s y los rumores de que los huevos eran nocivos para la salud comenzaron a difundirse, principalmente en los países desarrollados. Más tarde este miedo al colesterol se propagó en las naciones en vías de desarrollo y su efecto fue aún mayor, ya que se privó a un alto porcentaje de las poblaciones más pobres de una fuente de nutrientes de bajo costo.
Así, gente de todas las edades disminuyó su consumo de huevos, creyendo que al dejar de comerlos, disminuían también las probabilidades de aumentar el colesterol sanguíneo y por consiguiente, de padecer enfermedades cardiovasculares.
Los mitos en relación al huevo fueron sostenidos por profesionales de diversas áreas, que consideraban imprescindible reducir, y hasta eliminarlo de las dietas. Realmente la cantidad de colesterol en la yema es significativa (215 mg) sin embargo, hay que conocer la diferencia entre el colesterol dietario (el que viene en los alimentos) y el colesterol sanguíneo, así como los factores que efectivamente aumentan este último. Ello para darse cuenta que poco tiene que ver la cantidad de colesterol que consumimos con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.
El principal factor en el aumento del colesterol sanguíneo es la cantidad de grasa saturada de los alimentos. En este sentido, el huevo representa una fuente de nutrientes excelente con un bajo contenido de grasa saturada, ya que en su mayoría contiene ácidos grasos insaturados tales cono el oleico conocido por sus grandes beneficios para el organismo. Otros factores en relación con el aumento del colesterol sanguíneo son: la dieta total (hábitos alimentarios generales), la actividad física (el sedentarismo), el nivel de estrés, el tabaco, factores genéticos, la obesidad y otras enfermedades asociadas.
En 1999 un artículo publicado por la revista Journal of the American Medical Association (JAMA), revela que no existe una asociación significativa entre el consumo de huevo y el riesgo de padecer una enfermedad coronaria, lo cuál generó una montaña de publicidad y nuevas investigaciones. Así, en octubre del 2000 la American Heart Association (Asociación Cardiaca Americana AHA), incluyó el consumo de un huevo por día en sus guías alimenticias. De esta manera, se pasa de las antiguas recomendaciones de "no más de tres huevos a la semana", a "un huevo por día", en el contexto de una dieta equilibrada, una buena salud y programa de actividad física.
El mito del colesterol provocó que por mucho tiempo las personas restringieran su consumo de huevo, cuando en realidad lejos de ser nocivo resulta ser una alimento muy completo. El huevo, con tan pocas calorías (70 Kcal.), posee una gran cantidad de vitaminas (B1, B2, B6, B12, E, D. A. Folato y Zinc), minerales (hierro, el selenio y el fósforo), y otras sustancias importantes como carotenoides y colina, útiles en diversos procesos metabólicos. Además, provee proteína de alto valor biológico, la cuál supera incluso a la proteína de la leche, la del pescado, y la de la carne. Así que, se puede decir que "los huevos están de vuelta" en nuestra dieta y es hora de que aprovechemos todas sus bondades. A
