Desde el punto de vista económico, el 2006 fue un muy buen año para Costa Rica. El crecimiento de la producción fue alto, la inflación volvió a bajar al nivel promedio de los
últimos años, el desempleo fue menor, el déficit fiscal fue de los más bajos en los últimos 10 años, y las reservas internacionales estuvieron en su nivel más alto históricamente.
La combinación de crecimiento con estabilidad financiera es algo que se da pocas veces dentro de la economía. Por eso, es importante revisar algunos de los determinantes de este resultado, y analizar si sería posible repetirlo.
Por el lado de la producción, su crecimiento será de aproximadamente 7 %, muy por encima del promedio de los últimos 10 años y del promedio para Latinoamérica en el 2006. El impulso de la inversión extranjera y la mejora en las expectativas, son los factores que explican el buen crecimiento.
En cuanto a los precios, la inflación viene con una tendencia a la baja, terminando el 2006 ligeramente menor al 10 por ciento. La cifra es buena comparado con los últimos 2 años. Sin embargo, si se compara con el resto de países de Latinoamérica, que tienen un promedio cercano al 5 por ciento, y donde únicamente Argentina y Venezuela superaran los 2 dígitos, el logro es a medias.
El auge inmobiliario ha impulsado a los sectores de construcción y de servicios, uno generador de mucho empleo, y el otro de empleos mejor remunerados. Si al menor desempleo se le suma una disminución del impuesto inflacionario, que recae más fuertemente sobre los ciudadanos más pobres, es de esperar que en la próxima encuesta el número de familias por debajo de la línea de pobreza se reduzca. A esto le debemos sumar que persiste una estabilidad financiera relativamente buena, ya que el déficit fiscal será uno de los más bajos de los últimos años. Los ingresos tributarios crecen fuertemente, lo que le ha permitido al gobierno aumentar el gasto público, especialmente en educación e infraestructura (que de todos modos mucha falta hacía), sin que el déficit aumente.
Las Reservas Internacionales terminaron el año en un nivel récord, por encima de los $3,100 millones. El Banco Central ha venido ajustando su política monetaria, con el fin de amortiguar el efecto de la gran entrada de capitales externos. Primero, las tasas de interés bajaron en el segundo semestre, desincentivando a los inversionistas que quieren traer sus capitales financieros al país, pero a la vez perjudica el ahorro nacional y promueve la demanda.
En el último trimestre del año anterior, además, se modificó el régimen cambiario, pasando de las mini-devaluaciones hacia las bandas cambiarias. Si bien este cambio ha tenido efectos inmediatos, al darse una baja en el tipo de cambio (revaluación del colón), las consecuencias sobre la economía se darán cuando haya transcurrido mucho más tiempo. La forma en que los empresarios e inversionistas toman decisiones, en cuanto a la determinación de precios, costos e inversiones financieras será muy diferente de ahora en adelante. Eso sí, el proceso de aprendizaje será duro.
Buena imagen
La fuerte entrada de inversiones al país, tanto del sector inmobiliario, como de nuevas empresas y la venta de empresas ya existentes, ha sido el factor que más ha influido sobre los resultados económicos del 2006. En este sentido, vale la pena resaltar la buena imagen que tiene el país a nivel internacional, como un buen lugar para invertir. Esta imagen se vio reforzada con la entrada del nuevo gobierno, gracias al prestigio del Presidente Arias, y a las mayores expectativas de que las reformas que requiere el país avancen más rápidamente (TLC, sus leyes paralelas, reforma tributaria).
Esto significa que, para que los buenos resultados del 2006 se repitan este año, y por muchos años más, las entradas de capitales al país y las buenas expectativas sobre el comportamiento de la economía deberían al menos mantenerse. En la eventualidad de que los inversionistas extranjeros le pierdan confianza a nuestro país, se perdería la estabilidad y el impulso que ha gozado la economía. De igual manera, si las expectativas de los costarricenses sobre el futuro se caen, el impulso que se le ha estado dando a la demanda y la producción, también se caerían.
Es de esperar que, en el tanto el gobierno mantenga una política económica consistente, que le permita continuar con la estabilidad financiera, y a la vez pueda avanzar en los cambios estructurales que la economía requiere (particularmente TLC, sus leyes paralelas y reforma tributaria), las expectativas de los inversionistas y consumidores seguirán siendo positivas. En el tanto la economía pueda seguir creciendo fuertemente, la inflación siga su tendencia a la baja, y los demás indicadores económicos mantengan buenos números, el bienestar de los costarricenses tenderá también a mejorar.
Por Luis Mesalles J.
Socio Consultor de Ecoanálisis