En la pasada edición de Apetito, realizamos un especial de limpieza, donde los expertos en productos y servicios del área destacaron sobre la importancia de garantizar estricto control de limpieza a los clientes, siendo la cocina el corazón de los restaurantes, este es uno de los principales focos de atención.
De ahí surgió la idea de realizar este foro, escogimos un cliente, es decir alguien ajeno al negocio, un representante del sector hotelero y otro de restaurantes, para conocer su opinión sobre la idea de tener una cocina abierta al público.
José Salom, Propietario del restaurante Rouge Kitchen & Bar, está totalmente de acuerdo con que la cocina debe ser un lugar accesible para el cliente, si este así lo desea. De hecho él mismo lo aplica en su restaurante, pues la cocina se conecta con uno de los salones por medio de una ventana de vidrio, en algunas ocasiones
los clientes sienten curiosidad por ver al chef en plena acción, y pueden hacerlo con toda libertad, asegura.
Además de lo atractivo que esto puede resultar, casi a manera de espectáculo, Salom asegura que se trata de una forma del restaurante de obligarse a mantener siempre un mismo estándar de calidad, y que los restaurantes y hoteles deberían exponer de esta manera sus cocinas.
Lo que no considera muy posible, es el hecho de que un cliente quiera ingresar de manera física a la cocina, esto por razones de higiene y por un asunto práctico.
En primer lugar sería muy difícil poder controlar que las personas que quieran ingresar tengan su ropa limpia, pelo limpio, en fin todos los requisitos necesarios para evitar contaminación de los alimentos, por otro lado, sería complicado tener personas entrando y saliendo de la cocina, no creo que a ningún chef le guste la idea, comenta.
Con él coincide Eduardo Martín, gerente de alimentos y bebidas del hotel Aurola Holiday Inn, quién definitivamente rechaza la posibilidad del ingreso de extraños en la cocina. No estoy de acuerdo con que cualquier persona pueda entrar en la cocina, es un lugar de mucho cuidado como para dejar libre ingreso.
Martín considera que esta propuesta sólo es posible en la teoría, pero difícilmente se pueda cumplir en la práctica, usted se imagina que llegue un grupo de 20 o 30 personas que quieran ir a hacer un tour en la cocina, y talvez el chef con un banquete o en medio de un almuerzo, lo considero inapropiado y lejanamente posible.
El gerente de alimentos y bebidas comentó que para eso existen los estándares de calidad, que cada hotel o restaurante debe ser conciente de cumplir, sin necesidad de que cada cliente tenga que entrar a una cocina para ver cómo se preparan los alimentos, agregó que existen muchos otros factores para medir la calidad de una cocina, y que están al alcance de la mano del cliente, como lo son la presentación de la comida, la atención de los saloneros, el servicio en general.
Esta opinión la comparte Ignacio Sánchez, a quien entrevistamos como cliente. Sánchez asegura que no necesita entrar a una cocina para saber si un restaurante es de confianza, eso sí acepta que es un cliente exigente, y que ante la mínima sospecha de que algo no anda bien, no regresa a ese lugar.