El vino tinto es el preferido en Costa Rica
«Ninguna botella es igual a otra, algo que no se puede decir del resto de las bebidas. Es un elemento vivo cuyo sabor se transforma con el paso del tiempo y por el cambio de las circunstancias. Pocos se pueden negar a disfrutar de todos estos fascinantes detalles que ofrece el vino», comenta Pablo Carnevale, vicepresidente de Grupo Pampa, sobre una bebida que poco a poco va ganando más terreno.
Con una tasa de crecimiento que oscila entre el 5% y el 7% anual, un consumo de aproximadamente 200 mil cajas al año y un aumento de las importaciones en un 96% entre 1995 y el 2000, el vino presenta un comportamiento diferente al resto de licores que se venden en el país.
Carnevale cree que en los últimos 10 años el tamaño del mercado se ha duplicado y el crecimiento se refleja claramente en el incremento en las ventas, las importaciones de la propia empresa y en la variedad de marcas, países, regiones y sub regiones representadas. Además del creciente interés del público en los cursos que ofrecen sobre el tema.
Pedro Verdú, gerente de área de vinos Vallformosa, afirma que en los últimos cinco años podría hablarse de un aumento del 100% en el consumo, aunque sigue estando lejos de los estándares de los países con tradición.
A futuro, el crecimiento va aumentar, según comenta Verdú, porque es una bebida con mucho potencial. «La región en general y Costa Rica en particular tiene que aumentar aún más su consumo porque el estándar que se maneja actualmente por habitante es muy bajo. Sólo ahí ya hay una fuente de crecimiento».
Igual criterio externa Nubia Alpízar, supervisora de marca de Constenla, al señalar que cada vez hay más marcas para escoger y eso permite que la gente se acerque a productos que no conocía.
«Yo considero que los vinos van a seguir creciendo y es una categoría que tiene mucho potencial».
De la mano
Además de la tendencia dirigida a un mayor consumo de vinos, Verdú explica que simultáneamente se está dando otra relacionada con la calidad del consumo.
David Peralta, Director de Desarrollo de Negocios de Holtermann & Compañía, coincide con Verdú al afirmar que la calidad promedio de vinos que se consumen ha aumentado. «El mercado ha crecido mucho más en dólares que en cajas porque al haber mayor cultura del vino entre los consumidores y operadores de restaurantes hay una mayor conciencia de la variedad, de los orígenes y las calidades del vino».
Wilbert Ramírez, gerente general de Universo de Licores, afirma que aunque todavía no hay una cultura completamente establecida sobre el vino, se está abriendo una puerta hacia el conocimiento y la especialización.
«En Costa Rica existe una tendencia hacia un mayor consumo de buenos vinos debido a que la gente está adquiriendo más conocimientos. Eso permitirá que la persona aprenda a escogerlos y tomar los mejores. El mercado se va a ir depurando en cuanto a calidad».
Sin embargo, además de los cambios que se observan en la calidad de los vinos que prefiere la gente, también se pueden apreciar otros relacionados con el tipo de vino que se consume. Antes, el de mayor ingesta era el blanco y ahora es el tinto.
David Peralta afirma que el consumo de vino tinto es de un 55% y el restante 45% se divide entre los blancos, rosados y espumantes.
Peralta señala que hace una década, dos terceras partes del vino que se tomaba era blanco, pero con el flujo de información que mostraba los beneficios del vino tinto en el organismo el consumo varió.
Nubia Alpízar indica que las personas empiezan con los genéricos (los que se denominan sólo como tinto, blanco o rosado) y luego pasan a los varietales (los que tienen la denominación de una uva específica). Mientras que Wilbert Ramírez considera que «generalmente las personas empiezan por los espumantes o los vinos más dulces y después pasan a vinos más fuertes».
Otro de los elementos que destaca Verdú es la proliferación de empresas que se dedican a este negocio, con vinos procedentes de diversas partes del mundo.
Michel Amiroff, presidente de La Nacional, considera que la llegada de tantas marcas al país puede ser un arma de doble filo porque por un lado el consumidor va a tener más opciones, pero por otro lado se puede confundir ya que en muchos casos apenas está conociendo la bebida.
«Hoy en día la oferta es tan grande que ya uno no sabe qué escoger porque apenas está aprendiendo. El problema es que la oferta va a ser mucho mayor que la demanda, es decir, si antes el mercado de vinos estaba distribuido entre cuatro o seis compañías, hoy en día lo estará en 10 o más empresas».
