A media hora de Ciudad Quesada, cabecera de San Carlos y rumbo a La Fortuna, un paréntesis se hace necesario a mitad del camino, en Pizzería Al Molino. Allí, la albahaca y el aceite de oliva se escapan de la cocina para delatar su estilo mediterráneo. Y es que desde las plantas que se observan desde el patio de su restaurante, algunas de ellas aromáticas, hasta la música que se escucha no son obra del azar. Giuliano Giuso se encargó de decorar cada rincón de su restaurante con la misma pasión con que añoran los extranjeros su patria.
No en vano asegura que en este pequeño pueblo llamado El Molino, ubicado a 30 kilómetros de Ciudad Quesada, él encontró un pedazo de su país. Nos gustó este lugar, muy tranquilo, muy de campo, mucha vegetación, la gente es sencilla, buena, humilde, pero con dignidad. Quizás por ello quedó amarrado a este lugar, donde ha compartido su cultura y ha aprendido de la de sus vecinos durante los últimos cinco años.
El restaurante lo atiende su hijo mayor, en la cocina se las arregla con su esposa Patrizia, y las relaciones públicas están a cargo de Andrea, su hijo de diez años, a quién a manera de broma le llama su mano izquierda. Así, deja plasmado que el trabajo de una familia organizada puede dar como resultado un restaurante de primera. Cuando vienen familias con muchachos o chiquitos, Andrea los entretiene jugando y les pregunta que quieren comer y tomar. Les explica que contiene cada pizza y hace las recomendaciones. Es un muchacho multi funcional.
Negocio de riesgo
La decisión de instalar un restaurante en una zona tan alejada no fue fácil. Como asegura su propietario, al principio tuvo dudas pues no sabía como iba a responder el mercado. Si bien es cierto se encuentra en un lugar de paso de turistas, también hay que considerar que la afluencia de este tipo de clientes es por temporadas. Sin embargo, este empresario de la comida decidió seguir sus instintos, y aunque al principio fue difícil, ahora no se arrepiente pues asegura que tiene muy buenos clientes, algunos incluso viajan varias horas para comer en su restaurante. Es muy difícil porque aquí estamos perdidos en el campo, no es como estar en un punto central de una ciudad donde la gente pasa y entra a comer, algunos clientes recorren 20, 30 y hasta 80 kilómetros para venir exclusivamente aquí y para llegar se necesita carro, tiempo y gasolina, comentó Giuso.
En cuanto a los precios, su propietario asegura que están muy al alcance de los consumidores, en promedio una cena o un almuerzo completo cuesta dos mil quinientos colones por persona, con entrada y bebida. No obstante, reconoce que estos precios, aunque no son elevados, muchas veces no se ajustan al nivel socioeconómico de la zona. Las familias de campo que ganan 15 ó 20 mil colones a la semana, no pueden darse el gusto de venir a gastar 10 mil colones en una cena.
Los secretos del Chef
La modestia parece ser una de sus principales cualidades, quizás por ello es que insiste en que el sabor de su comida no depende de su cuchara. Para éste italiano de marcado acento lo más importante es trabajar con excelente materia prima.
Desde los ingredientes que escoge para preparar sus recetas, hasta la leña con la que cocina su pizza tienen que ser de la mejor calidad, pues asegura que no hay chef que pueda hacer milagros. La mayoría de ingredientes que utiliza los consigue en la zona o bien los cosecha en su patio, pero otros tiene que traerlos desde San José. En el caso de la leña, utiliza varios tipos, el guayabón, la naranja, el café y el almendro.
El horno es exclusivo para la pizza, pues como él asegura no se pueden mezclar olores o sabores. Comentó que en varias ocasiones sus vecinos le han pedido que les ase un cerdo y hasta un tepezcuintle, y que ha sido muy difícil para él tener que decir que no.
A mí me gustaría pero no se puede, el horno es como un sartén, se necesita tenerlo limpio, se necesita cocinar casi siempre el mismo ingrediente, porque la grasa brinca y se pega en la pared, entonces la pizza se contamina de ese sabor.
Con solo darle un vistazo al menú nos damos cuenta de que es capaz de satisfacer los más variados gustos. Para empezar ofrece seis entradas que son la capressa, el carpaccio italiano, el prosciutto crudo e melone, que es jamón serrano con melón, un plato que se sirve en el verano; el misto formaggi, que incluye varias clases de quesos italianos, gorgonzola, parmesano, ricotta, mozarella y por último la insalata mediterránea, que es una ensalada mixta, con aceitunas, tomate, lechuga, aceite de oliva y vinagre.
Los amantes de la pizza tienen 14 tipos para escoger, desde la más sencilla con tomate, orégano, aceite de oliva y ajo, la clásica margarita, la pizza de jamón y hongos, estante verano que es con tomate fresco y albahaca, la quattro formaggi, de cuatro quesos, la tonno, de atún, cebolla y alcaparras, la pizza salamino de hongos y salame, la quattro stagioni, la especial de la casa que es Al Molino, el rico calzone famoso en todo el mundo y la focaccia.
Desde luego que sería imperdonable que en este menú faltara la pasta, la cual se puede escoger al sugo, con salsa de tomate fresco, de tomate con carne molida de res, con tomate y tocineta, además de a la carbonara, al pesto genovese y el espaguetti vulcano, que es un poquito picante y se le dio ese nombre en honor al volcán Arenal.
La comida se puede acompañar con vinos italianos, cervezas nacionales o extranjeras, o si el cliente lo prefiere con refrescos gaseosos. Sin duda alguna el menú, la atención personalizada, la fascinante vista y el agradable ambiente son razones de peso para que los comensales disfruten en este rincón mediterráneo.
Receta
Carpaccio Italiano
Rinde 2 porciones
Ingredientes:
250 gramos de lomito (que sea de novillo)
4 limones blancos
Pimienta, Sal
Aceite de oliva extra virgen (si es posible italiano)
250 gramos de queso parmesano
Rucola, hierba muy utilizada en Italia, se consigue en Saretto
Preparación:
Se corta el lomito en trozos bien finos con la rebanadora, pero no transparentes, de manera que tengan consistencia, así cuando se pone en la boca no es necesario morderlo, pero es muy importante que no se pierda la textura de la carne.
Engrasar con el aceite de oliva, dos platos grandes donde se va a servir el Carpaccio.
Exprimir el jugo de limón.
Rayar el queso parmesano en tiras no muy finas.
Lavar, secar y picar la rucola.
El lomito se distribuye en forma redonda en el plato donde se va a servir, luego se le agrega pimienta y sal al gusto, de nuevo se baña con aceite de oliva, como toque final se le agrega el queso parmesano y en el centro se coloca la rucola picada, la cual tiene un característico sabor amargo, que en combinación con el aceite de oliva, el limón, la sal y la pimienta le dan el exquisito gusto al carpaccio.