CapacitaciónGastronomíaRestaurantesLey 10.216 Ley de Comercio al Aire Libre en Costa Rica y cómo aplicarla

Nuria Mesalles2 minutos ago18 min

Oportunidades de la Ley de Comercio al Aire Libre para reanimar centros urbanos

·        La ley 10.216 (Ley de Comercio al Aire Libre) permite desde el 2022 a todos los municipios autorizar sillas y mesas en aceras con reglas de accesibilidad y convivencia, lo que beneficia a las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) del país.

·        Para Gensler, esta iniciativa busca dar más vida a ciudades y barrios, propiciando espacios más seguros y promoviendo el comercio.

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San José, Costa Rica. 26 de noviembre de 2025. A veces, lo que una ciudad o barrio necesita para volver a encontrarse es tan sencillo como sacar la mesa a la calle. Ver a la gente conversar en las aceras, escuchar cubiertos y risas, oler el café recién hecho, son señales de que una comunidad está viva. Desde esta mirada del diseño urbano y comercial, el marco nacional vigente desde marzo de 2022 (Ley 10.216 – Comercio al Aire Libre), abre una oportunidad para que Costa Rica active sus calles y fortalezca la vida de barrio, al permitir que las municipalidades habiliten el comedor al aire libre para que sodas, cafeterías y restaurantes puedan colocar mobiliario liviano frente a sus locales, sin comprometer el paso y cuidando la convivencia.

Esta ley no autoriza “apropiarse” de la acera; propone compartirla. Cuando el espacio público se cuida, ciudades y barrios se vuelven más vivos, por lo que la gente permanece, conversa y camina, y la calle recupera su papel de punto de encuentro. Comer y reunirse al aire libre también eleva la calidad de vida y el bienestar compartido en su población.

Para los pequeños negocios, sumar unas mesas afuera puede traducirse en más aforo y ventas sin obras ni grandes inversiones. En Costa Rica, la actividad de restaurantes y otros servicios de comidas móviles reúne 1.820 empresas, y entre los emprendimientos “Alimentación y Gastronomía” concentra 202 casos (23,2%), por lo que ordenar el uso de la acera podría significar una oportunidad directa para este sector.

“Este proyecto puede activar una cadena de vida cotidiana. Es una actividad que multiplica recorridos, quien come afuera también observa vitrinas, saluda al vecino, compra café para llevar, y, bien planificado, no excluye a nadie: paso libre, sillas y mesas que se pueden mover sin complicaciones, un poco de sombra cuando está muy soleado o de resguardo si llueve. Así, cada frente comercial deja de ser solo una puerta y se convierte en un pequeño imán.”, explica Christian Castro, Socio y director de Diseño de Espacios y Experiencias Comerciales de Gensler.

Otros lugares ya aplican un modelo similar, como en Ciudad de México, con el proyecto Ciudad al Aire Libre; en la capital de Colombia con Bogotá a Cielo Abierto; la ciudad de Nueva York formalizó Dining Out NYC porque que ha tenido buenos resultados para el empleo; y Madrid en España, con su proyecto de una nueva Ordenanza de Terrazas y Quioscos de Hostelería y Restauración, pretende conciliar la ocupación del espacio público y el disfrute de lugares de ocio para sus habitantes.

¿Cómo se puede implementar?

Si bien existe una ley que habilita el comercio al aire libre, la forma de aplicarla y la normativa específica dependen de cada municipalidad. Desde el diseño urbano y comercial, Gensler identifica algunas recomendaciones generales para abrir el negocio a la calle mediante una ruta simple en la que el diseño sea un aliado en la implementación de la ley. El montaje del mobiliario puede realizarse con estructuras de aluminio o de polietileno de alta densidad tipo madera, materiales de bajo mantenimiento y alta resistencia al clima.

Es importante mantener al menos 46 centímetros entre sillas ocupadas para asegurar confort y permitir el movimiento. Para la ocupación de la acera, debemos tener en cuenta siempre las regulaciones locales, pero la distancia máxima típica hacia el espacio público para colocar mesas es de alrededor de 1,8 metros. Además, crear una separación entre el paso de personas y las mesas con maceteros u otros elementos ayuda a generar sentido de lugar, privacidad y belleza en el entorno urbano.

“Es mejor empezar desde lo pequeño en una esquina, escuchar al vecindario, ajustar lo necesario y replicar solo donde funciona. Con esos cuidados, la acera deja de ser tránsito y se vuelve sala común, los negocios ganan vida y la ciudad también. Con esta herramienta, los comercios pueden probar sin grandes inversiones, el vecindario ve resultados rápidos y la calle descubre su mejor versión antes de llevarla a más cuadras.”, explicó Christian Castro, Socio y director de Diseño de Espacios y Experiencias Comerciales de Gensler.

Presencia ciudadana que fortalece la seguridad

En un contexto donde la inseguridad y la pérdida de vitalidad urbana preocupan a muchas personas, activar las calles mediante la gastronomía, la cultura y la convivencia puede ser una herramienta real de bienestar colectivo, y la seguridad llega desde la gente: con más ojos en la calle, más compañía y una mejor percepción de cuidado del entorno.

Ampliar los negocios a las aceras, es un gancho para atraer empleo y dinamismo, donde las MIPYMES pueden encontrar un impulso real para sostener puestos de trabajo y atraer clientes. A la vez, florecen identidad y turismo urbano con rutas gastronómicas, ferias y fines de semana con más movimiento. Y, cuando hay orden, limpieza, y buena iluminación, el espacio público deja de ser de paso y se convierte en un lugar para quedarse.

Los efectos positivos de esta normativa pueden observarse en tres niveles.

Más que habilitar mesas, el comercio al aire libre convierte la entrada del negocio en un punto de encuentro con la ciudad, al proteger el paso, da certeza a los locales y vuelve agradable quedarse. En términos prácticos, el impacto se despliega en tres niveles:

Para las MIPYMES, esta ley puede ser una oportunidad de crecimiento. En un país donde la mayoría de restaurantes, sodas y cafeterías son microempresas familiares, la posibilidad de sumar unas mesas adicionales puede traducirse en mayor capacidad, ingresos y visibilidad. El espacio público se convierte en una extensión natural del negocio y, a la vez, en un escaparate para la identidad local.

Para las municipalidades, abre la posibilidad de un canal de colaboración con uno de los sectores más dinámicos de la economía urbana. Más locales activos implican calles más vivas, mejor cuidadas y con mayor recaudación por permisos y patentes. También contribuye a fortalecer el sentido de pertenencia y la percepción de seguridad en zonas comerciales que han perdido atractivo en los últimos años.

Para la ciudadanía, el beneficio es intangible pero profundo: recuperar el derecho a disfrutar la ciudad. Las aceras pueden volver a ser lugares de encuentro, conversación y cultura. Una ciudad donde la gente quiere quedarse, no solo pasar, es una ciudad más humana.

“El comercio al aire libre puede ser una clara oportunidad para que el diseño contribuya de forma tangible al mejoramiento de nuestras ciudades y barrios y, al mismo tiempo, fortalezca el sentido de pertenencia. Si ordenamos la acera con detalles simples la calle se vuelve sala común, y las MIPYMES ganan vitrina y flujo sin grandes inversiones, la seguridad nace de lo cotidiano, de la gente presente que se encuentra y se cuida. Esa suma de decisiones bien pensadas, repetida cuadra a cuadra, hace que la ciudad funcione mejor para todas las personas.”, finalizó Christian Castro, Socio y director de Diseño de Espacios y Experiencias Comerciales de Gensler.

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