Seguramente cuando le pusieron el nombre a Doña Dona, no se imaginaron que cerca de dos décadas después, ese “Doña” iba a estar bien merecido, y es que con diecisiete locales en el Gran Área Metropolitana esta pyme se ha convertido en un ejemplo de que lo nacional puede consolidarse en el mercado.
Con capital 100% costarricense y los sueños de Javier Becerra, un joven emprendedor, nació esta empresa, que hoy en día ocupa un espacio en la mayoría de centros comerciales, compitiendo con grandes franquicias internacionales, que ofrecen alternativas dulces, que no han podido con la “Doña” de las donas.
Veinticuatro años de edad, visión y un préstamo de cuatro millones de colones le bastaron a Becerra para “Tirarse al agua” hace diecinueve años, momento en el que supo lo que era trabajar todos los día
s de la semana, incluyendo sábados y domingos y salir a repartir las donas que él mismo hacía en su propio vehículo.
Una buena gestión empresarial y estar atentos al gusto del consumidor y las exigencias del mercado son acciones que le han permitido a esta pyme mantenerse a flote por un periodo de tiempo que supera por mucho la vida de una pyme en el país.
“Para estar diecinueve años en el mercado nos hemos enfocado en los gustos de nuestros clientes y en la innovación, buscando siempre ofrecerles productos diferentes y llamativos, como la nueva Dona Pop”, afirmó.
Haciendo eco de su misión: “Contagiar al mundo de sonrisas, a través de sus productos”, la empresa apoya desde hace siete años a la fundación Un Corazón Samaritano, donde cada día entrega donas a los niños, jóvenes y adultos en riesgo social que visitan los cinco comedores de la Fundación.