{mosimage}En esta edición tenemos dos Súper Apetitosas, que trabajan juntas poniendo el orden para que la calidad siempre se note. A continuación algunos consejos que Rossana Barrós y Adela Rouillon aplican para que su restaurante sea el mejor:
A los saloneros se les perdona un error, pero no dos.
Un salonero no puede fumar o beber en horas de trabajo.
En las mesas se pone un detalle, como una flor.
En las mesas donde hay niños la comida se sirve de primero, pues los niños no pueden esperar.
Cuando se sirve la comida, se llevan todos los platillos a la vez para los integrantes de la mesa.
Los detalles cuentan, por eso en fines de semana hay una cortesía para el cliente como bolitas de almendras o albaricoques.
Si alguien está a dieta se le varía el platillo.
El cliente siempre debe salir contento, por eso, cuando hay algún inconveniente, se le da un detalle como el postre u otros y no se le cobra el platillo, si es del caso.
Todos los días se pasa un pañito empapado con bencina a los muebles, para que siempre luzcan como nuevos.
Se sigue un procedimiento muy selectivo para escoger el personal, de modo que siempre sean los mejores y haya poca rotación.