Michael Mack, empresario alemán, diseñó un restaurante robot completamente automatizado que elimina la necesidad de usar meseros. El sitio está provisto de largos rieles de metal que atraviesan el lugar. La comida es preparada en la cocina a partir de ingredientes frescos por un chef humano y al estar lista se pone en una vasija con ruedas sobre los rieles junto con una etiqueta de color que coincide con la mesa del pedido. Los clientes usan un televisor con pantalla táctil para consultar el menú y hacer sus pedidos, e incluso pueden usar los computadores para enviar correo electrónico mientras esperan su orden. El dueño del restaurante aduce que ahorra en mano de obra, sin embargo el lugar cuenta con guías para enseñar el uso del sistema.
Por su ingenio, resulta atractivo, casi tentador sentarse en ese salón que puedo imaginar con la más moderna decoración.
De repente la idea de Mack nos puede parecer una simple curiosidad, sin embargo reflexionando sobre este nuevo intento de sustituir al ser humano por un robot, aunque suene lejana a nuestra realidad, no me sorprende que llegue a convertirse en la norma más que la excepción, y como todo trae ventajas y desventajas.
Es posible que en el futuro extrañemos a esos meseros amables, que además de preguntar si todo está en orden, se preocupan por explicar qué hierbas trae el té que me sirven, o el terroir del vino que elegimos, y porqué no un comentario casual sobre la lluvia que espantó a la mitad de comensales.
Extrañaremos a esos meseros que sí se ganan su propina. Y me refiero a la que se deja con gusto, luego de pasar un buen rato, no a la que se cobra en la factura.
Lo malo es que sin que lleguen todavía los robots, en muchas ocasiones ya he extrañado a los buenos meseros.
Espero encontrarlos en Exphore, aprovechando una vez mas la oportunidad para actualizarse con los nuevos productos y servicios, y reforzando su relación con los proveedores, para hacer más eficientes sus negocios.
Apetito 64/ Junio-Julio