El vino no era hasta hace muy poco un componente de la dieta del costarricense. Sin embargo, una parte muy pequeña de nuestra población es la que consume vino de forma más regular. Entiéndase la copita de vino tinto todas las noches antes de dormir, el que consume de vez en cuando en fiestas, en la casa o en algún restaurante, el que consume vino de vez en mes, hasta aquel que consume vino todos los días. Variables tantas como vinos hay.
El vino es un producto que ha tenido en el mundo, un aire de “aspiracional”, claramente no lo es. Es un producto de la tierra, campesino, de la fruta que se cuida en el campo, que se recolecta, se estruja, se prensa, se fermenta y se hace vino. Esta sencillez sofisticada es el vino moderno que conocemos.
El mundo ha experimentado en los últimos 10 años cambios importantísimos, si de vino y gastronomía se trata. Hasta hace una década llamábamos a un cocinero, cocinero. Y no tenía el estatus del que goza en la actualidad. La gastronomía mundial y sus figuras referentes revolucionaron el escenario, a tal punto que hoy tienen un papel preponderante en el destino del saber y buen comer. Hoy los llamamos Chef. Algunos de ellos, son personajes muy populares, considerados “celebridades”.
No olvidemos al Sommelier o Sumiller -palabras que significan lo mismo, una en francés, la otra en español-. Hasta hace una década un Sommelier/Sumiller era un camarero especializado si se puede decir de alguna manera. Hoy día, su figura es idolatrada en el peor de los escenarios. Se trata de una profesión de servicio donde el nivel de cultura y talento es fundamental si se quiere, para enaltecer en general la cultura del buen beber y el buen comer.
Una realidad que vive el sector, es la perdida de consumo en los países productores de vino, mientras que los países no productores y emergentes como es el caso de Costa Rica, aumentan el consumo y el vino gana adeptos, y por ende las culturas afines, como el buen comer se ven beneficiadas.
En una década hemos pasado de consumir 0.3 litros per cápita a consumir 2.0 litros per cápita según datos vigentes. Aunque personalmente pienso que es un poco más, me encantaría creer que estamos cerca de los 3 litros per cápita. Lo cierto, es que hemos ido en un aumento promedio mayor a 0.2 litros per cápita por año. Nada mal si se quiere.
El costarricense, sumado a la inmigración residente con cultura de consumo de vino –entiéndanse españoles, franceses, italianos, alemanes, griegos, argentinos, chilenos, uruguayos, norteamericanos, principalmente-, aunado a un crecimiento del turismo extranjero, al surgimiento de nuevas propuestas gastronómicas, a un portafolio en crecimiento y al impacto de medios de comunicación especializados; dejan ver que nuestro mercado tiene aún muchas oportunidades para desarrollarse.
Estamos en un momento donde la oferta de actividades para fomentar el consumo del vino es abundante, al punto de que la gracia se está disipando, porque hemos llegado a puntos de rebose. Lo positivo, es que todos estos esfuerzos se ven reflejados en los cambios de estilo de vida y poco a poco se comienzan a capitalizar estos esfuerzos individuales y mancomunados. Un consumidor con criterio es un consumidor con poder.
Ésta década es tan solo el comienzo de lo que seremos testigos en los próximos años.
¡Salud!
Alejandro Redondo
Intergourmet
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