{mosimage}Susana Balbo, actual presidente de Wines of Argentina, es una reconocida y famosa enóloga de su país. Ha hecho su carrera en un mundo dominado por los hombres y ha logrado triunfar.
Elevada calidad a buen precio:
Entrevista con Susana Balbo, presidenta de Wines of Argentina, quién visitó Costa Rica como parte de una gira internacional de promoción de los vinos de ese país.
-¿Qué busca Wines of Argentina en el mercado costarricense?
-Argentina busca posicionarse como el país referente en este mercado. Quiere ser un líder, pero no por precio, sino por una relación calidad-precio. En este sentido, apunta a crecer en las categorías de precio medio y superior, y hacer este modelo sustentable en el tiempo.
-¿Qué caracteriza a la oferta de vinos argentinos frente a otros competidores del Nuevo Mundo como Chile, Australia, California, Sudáfrica o Nueva Zelanda?
-Junto con Chile y Australia, hemos alcanzado estándares de calidad similares y una mejor relación calidad-precio.
Por otro lado, tenemos ventajas en cuanto a la diversidad de producto como consecuencia de la también diversidad de factores climáticos y de terruño, que recibimos gratis de la naturaleza.
Consideramos, igualmente, haber hecho muy bien los deberes para aprovechar al máximo estas bondades y ventajas.
Pero, en opinión de los críticos, lo más interesante de los vinos argentinos es que no aburren. Según los entendidos, manifiestan una personalidad más atractiva y eso permite que sea interesante probarlos y, después de ello, adoptarlos.
No en vano la revista inglesa Decanter acaba de publicar un artículo en el que dice que los vinos argentinos son los nuevos grandes del mundo.
-Michel Rolland, el enólogo internacional de origen francés, ha dicho que las condiciones climáticas y de suelo de Argentina son únicas en el mundo. ¿Qué las hace tan especiales?
-En esencia, como recomiendan los libros de texto del vino, trabajamos nuestras vides y nuestros vinos en medio de un desierto y lejos del mar. Estas condiciones climáticas nos permiten tener noches muy frescas y días muy cálidos, una combinación esencial para producir vinos de calidad. Además, contamos con un régimen de lluvias muy escaso. La incidencia de los vientos es baja. Podemos plantar desde valles muy bajos hasta zonas muy altas, consiguiendo una gran riqueza en colores y aromas. Estos toques mágicos de la naturaleza hacen que Argentina sea un lugar único e irreproducible.
-¿Cuáles son las regiones tradicionales de producción y cuáles se perfilan hacia el futuro como las nuevas mecas del vino argentino?
Mendoza es la más tradicional. Le sigue San Juan y La Rioja, pero las que se perfilan hacia el futuro (aunque ya realizan producciones de gran nivel) son Salta, Catamarca (llamados también los Valles Calchaquíes), La Patagonia, Neuquén y Rio Negro.
-Entre los países productores del Nuevo Mundo, Argentina ha atraído tal vez el mayor número de inversionistas internacionales. ¿Qué grandes jugadores han llegado al país y qué magnitud tienen sus incursiones?
Entre las grandes casas de bebidas en el mundo, contamos con la presencia y el trabajo activo y creciente de marcas como Chandon, Allied Domecq (ahora Pernot Ricard), el Grupo Zarowski, Diageo, Codorniu, Freixenet, Donnalson Group-Credit Suisse, Sogrape de Portugal, las chilenas Concha y Toro, Santa Rita, San Pedro, Viña Montes, así como una gran cantidad de vitivinicultores franceses, estadounidenses y sudafricanos. Además, la gran mayoría de empresas nacionales se están ampliando de manera importante.
-¿No existe el riesgo de que los productores argentinos se queden relegados a un segundo lugar?
-No es una industria muy atomizada. Aunque existen grandes jugadores en el sector, no hay riesgo de concentración, por lo menos en el horizonte de mediano plazo.
-¿Cuál ha sido el proceso de crecimiento de las exportaciones de vino argentino en los últimos diez años?
-Digamos que sobre una base de exportaciones de vino fino fraccionado (excluyendo commodities como el mosto), pasamos de 11 millones de dólares en 1994 a más de 300 millones a finales de 2006.
-Pero el tamaño de del mercado interno (más de 1.200 bodegas frente a 160 de Chile) sigue siendo considerable, como lo ha sido desde el punto de vista histórico.
-El tamaño del mercado interno pesa enormemente. Somos un país de cultura mediterránea, donde el vino siempre está presente en la mesa de cualquier argentino. El año pasado se vendieron más de 1.300 millones de dólares en productos para los clientes locales.
-¿Cuál es el plan estratégico de la vitivinicultura Argentina? En otras palabras: ¿dónde quiere estar Argentina en diez años?
Queremos representar el 6% o el 7 % de las exportaciones mundiales de vino, Hoy estamos en el 2%, aunque representamos el 7 % de la producción global.
Sobre Susana Balbo:
Además de dirigir los destinos del ente exportador de los vinos de su
país, es dueña, junto con su esposo, Pedro Markevitz, de la bodega
Dominio de Plata, localizada en el centro del Distrito de Agrelo, Luján
de Cuyo, a 20 kilómetros de la ciudad de Mendoza.
Balbo recibió con honores, en 1981, la Licenciatura en Enología.
Inicialmente trabajó con la Bodega de la Sucesión Michel Torino, en
Cafayate, Salta, al norte de Argentina. Se quedó allí nueve años. Luego
siguió un período en su bodega familiar y posteriormente en bodegas
como Martins y Nicolás Catena, quizás la más premiada del país.
Sus vinos son obras artísticas, pero Balbo es también una empresaria
comprometida en promocionar todos los vinos de su país. En los últimos
años ha tomado conciencia de que el vino argentino obtiene una
reputación cada vez mayor en los mercados vitivinícolas del mundo. Para
fomentar dicha tendencia, Balbo publica la revista Eno-Gestión, sobre
management y gestión de vinos y bebidas